Flores, bichos, cartas y el cazador de luciérnagas

Dos mundos

   Jugaba en la pradera junto a la casa, muy cerca de un frondoso y fuerte nogal, bajo el cual su nana Zulema, les dio el gusto a los niños de colocar un columpio; lo hicieron un carpintero y su ayudante, quedó muy bien. Llenaron de ilusión a los pequeños al contar con él

   La pequeña se adaptó perfectamente y descubrió un mundo real que se asemejaba a la ficción. A su hermano no le sentó del todo su nuevo hogar “era un niño de ciudad”, ahí en el pueblo todo, todo, le olía mal, menos una cosa: la comida. Soñaba con formar una pandilla, más como iba la cosa, si nadie le conocía, ni donde vivía ¡cómo lograrlo! ¿Le irían a buscar a que casa? Él  mientras, no se preocupaba más de la cuenta, pronto comenzaría el cole y ahí, sí, ahí conocería amigos, compinches y cómplices.

   Luego del desayuno todos los días  Delfina se dirigía al columpio. Algunas de las pocas veces su hermano la acompañaba y jugaban juntos. Cuando él se aburría, quedaba a solas Delfina, no se alejaba mucho de la casa  y siguiendo las advertencias de sus mayores -“no habría de adentrarse en los bosques y mantenerse alejada de culebras, arañas y alacranes, por la cuenta que le corría”. La niña iba rumbo a el mundo de las flores silvestres, entre las cuales se mimetizaba con los colores de la naturaleza como bajo las pinceladas sacadas de la paleta de un pintor llena de matices. De sus ágiles y rápidas manecillas no podían escapar las flores, que en ramilletes recogía solo para su nana, quien alegraba y adornaba la casa con ellas.

  Conjuntamente a este mundo convivía el de los insectos, tan fascinante como el otro, reconocía  en ese  breve tiempo que lo exploraba un sinfín de seres minúsculos, asombrosos como las conocidísimas hormigas, los bichos bolita, orugas escarabajos, cien pies, el mantis religioso, el bicho palo, el canasto,  grillos,  la lista se hacía interminable y si a estos unimos los bichos del río próximo a la colina, entraríamos en otro sub mundo.

 

      Sus preferidos eran los caracoles, con los cuales se divertía haciéndolos salir de su letargo, con un cuidado exquisito para no hacerles daño, más estos últimos ya pertenecen a otro eslabón: los moluscos. Luego le seguían las mariposas, y las libélulas que le recordaban a historias de hadas. Admiraba  las luciérnagas, pero para ello debía de esperar a otra hora del día, donde ante el oscurecer no le pillase sola, si fuese mayor no tendría tantos impedimentos,  fue junto a su hermano, amigos y parientes como las conoció,  y no les olvidó…

 

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El futuro próximo de delfina

   Delfina regreso a su antigua ciudad por estudios. Su vocación la descubrió de pequeña y luego con mucha voluntad, con aplicación y rigor se recibió de veterinaria. A lo que sus padres no pusieron objeciones.

   Tuvo que esperar un período relativamente largo, sinuoso, sin perder la férrea esperanza y mucha calma para conseguir su primer empleo, obtuvo  un puesto en un museo de ciencias naturales muy lejos de su ciudad y del pueblo. Al enterarse se ilusiono sobremanera sin ser lo que esperaba.

   Ahí recordó los mundos de la infancia, estaban todos sus habitantes pero disecados, embalsamados, tan lejano al ecosistema que nos acercaba Rodríguez de la fuente a través de sus documentales y el que ella conocía allí en la colina de su infancia, en el pueblo, en sus mundos.

   Transcurrieron horas, días y noches, todas las estaciones y un día Delfina renuncio, se solía decir que del primer trabajo no te despiden se renuncia. Ahora corren otros tiempos donde los trabajos son tan temporarios  y  los contratos indefinidos ¡términos que no dejan muy claro su condición!

   Delfina se planteó  tres opciones a seguir luego de quedar sin su puesto.  

   La opción A: consistiría en irse al pueblo, pues al ser mujer no era mal visto ejercer esa profesión como en otros tiempos, ya no era cuestión de género; por el contrario las mujeres iban avanzando en todos los puestos, los salarios es tema aparte. Volvería a la casa de sus padres y al pueblo.

    La opción B: sumaba  algo así como ganarse el primer premio de lotería, lo que equivaldría  en conseguir un puesto en una reserva natural,  tal vez un segundo premio: sería montar su propia veterinaria en la ciudad, no estaría mal. Dentro de este plan también cabía un trabajo donde estuviese en contacto con animales como en un centro comercial, o si salía un trabajo digno por el momento, también contaba y no lo descartaba.

 

  La opción C: era un cambio total, constaba en  viajar por trabajo o placer, por conocer mundo, ahora que lo vería  siendo un poco mayor ¿sería tan entusiasta?, y si tenía suerte, con muchos más años volver luego por los mismos caminos su visión sería diferente con la luz de la experiencia,  como dice el filósofo Heráclito_ en los mismos ríos entramos y no entramos “pues” somos y no somos  “los mismos”.                                

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Al caer la noche

     Emmanuel vivió desde muy pequeño en un lugar donde entre los tejados rojos se contrastaban con el verde, verde de jardines, pequeñas casas con huertos verdes y otras con terrenos cubiertos con pastizales verdes. Al caer la noche se convertía en un cazador de luciérnagas, mas no podía hacerlas sobrevivir en cautiverio, se iban apagando sus lucecillas y poco después morían, despedían un olor algo desagradable, él pensaba “han de ser como esas aves que no soportan las jaulas, se desconsuelan y mueren”.

   Emmanuel era hijo único de Joey yúnior, gran pena paso su padre cuando su mujer decidió romper con la tradición familiar y no ponerle el nombre del bisabuelo, el abuelo, el suyo cortando la tradición,” no quería una familia como los Aureliano Buendía donde todos los varones llevaban la misma gracia”, fue bautizado como Emmanuel; las mujeres  decidían en casa y en muchos otros ámbitos. Joey Yúnior era criado a la antigua, sin der machista adoraba a su mujer  y entre ellos el siempre cedía para mantener la armonía, le gustaba verla contenta y finalmente acepto. Veían crecer a borbotones a ese pequeño, adoraba la libertad, el juego, era alegre, movedizo, sumamente curioso, lo conocían bien, no se imaginaban al pequeño el día de mañana trabajando en un taller de autos como su abuelo o detrás de un escritorio como su padre cuando sentó cabeza y dejo a un lado los deportes extremos.

   Buscando su camino en un principio para darle vida a esos días lluviosos Emanuel comenzó a dibujar. Luego fue un pasa tiempo, pintaba ante todo paisajes en los que preponderaba esa hora cuando las luciérnagas jugaban junto a las estrellas, la luna la reservaba para su chica. El cielo iluminado y el verde de la hierba, los dos y sus matices indescifrables se entremezclaban  en su paleta, lo que le hacía feliz era que estas luciérnagas no morían como las de su infancia, quedaban ahí plasmadas para la posteridad, algo le quedaba pendiente era “pintar la flor de su amada, como la luna” mas todo parecía alejarle de ello, lo postergaba sin saber por qué.

  Su rumbo era por el momento La plástica, que  podía ser una salida para llenar su vida. Sus manos eran de artista, lo delataban, eran finas y largas…ágiles…Y como “el soñar no cuesta nada”, salvo las desilusiones posteriores, él quería conocer mundo, el Louvre y todos los museos a su alcance, tenía un mundo ante él, más él era un cazador de luciérnagas, no tenía prisas. Sus sueños algún día se cumplirían

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Cartas

                                    UNO - Cartas que ya nadie escribe

 

   Por influencia de su amiga y de su hermano, quienes conocían el sentir de su corazón y lo que le pasaba con Emmanuel, Delfina decide un gris día de lluvia mirando el agua caer con fuerza y sin pereza, se atreve embargada de nostalgia, mirando de a ratos la ventana y un papel ante sus manos, después de muchos años escribirle a  Emmanuel. “Emmanuel” remembranza ante  tantas tristezas y en quien buscó  consuelo a través de su recuerdo,  hacia ciertos años se conocieran en Irúm, con el que no se atrevió antes a cartearse  y  solo recordarlo. Algo así en una carta resumiendo le reveló:           

 Emmanuel:

      Me gustaría que el tono fuera más íntimo y decirte que no te he olvidado. Me dio mi hermano tu dirección, perdona el no haberte pedido consentimiento antes atreves de él. Me hubiese gustado que aquellas vacaciones cuando nos conocimos tuvieran con otro final, pero el destino marca las horas. Te contaría tantas cosas más todo lo resumo en un abrazo.

    Tengo intenciones de viajar y quizás podamos coincidir, sin más espero tu respuesta, no te demores demasiado, suelo cambiar con frecuencia de opinión…recuerda cuanto hace que no me dirijo a ti, aun así siempre estas presente en mí.  No me olvides ¿sí?                               

                                                   D. Reyes.

 

                                                                                                                                                                                   

                         

                         DOS_  Cartas que ya no se escriben.

 

  Obviando encabezados y direcciones Emmanuel da una respuesta.           

    Delfina, si no fuera por tú carta tampoco me atrevía a decirte que no te he olvidado, yo también estoy pensando en viajar rumbo a lo ideal “que sería hacía a ti”. Hacia el lugar donde nos conocimos…

      No estoy pasado un buen momento, un amigo se ha muerto y otro está muy enfermo…con estas nuevas pestes… ¿será el cambio climático?           Me despido hasta pronto, mi pequeña luciérnaga. ¡Sabes! ¿Quiero atraparte?

 

                                                     Quien te espera: Emmanuel.

 

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Pon los huevos de una vez

    Jesús feliz, porque Emmanuel se carteara con Delfina, le dice a su hermana-que le tirara los galgos, que pusiera toda la carne al asador, que de una vez se arremangara los pantalones, y  que pusiera los huevos…

  Delfina algo despistada por todo lo que le enumeró su hermano, se inclinó por la cocina ¿quizás quería comer unos huevos fritos? a lo que ella saca del refrigerador tres de ellos, los estampa en la sartén con aceite hirviendo; los cuales saltaron, se revolucionaron y en parte salieron del recipiente dejando la pared detrás, a la altura de la cocina, como un cuadro surrealista; sobre los mosaicos de color azul de fondo, unas líneas más otras manchas entre amarillas y blanquecinas completaban asi la obra de arte o el desastre. Daba más para la risa que en ponerse a limpiar… valla tarea por delante, era lo que quedaba por hacer. ¿Podían sacar una foto?, ¡sería inolvidable!

   Jesús resume- no estaría nada mal comer a estas horas un par de huevos fritos, no hubo suerte es obvio  - pero yo no sé si me comprendiste por donde iba mi mensaje, creo que la cuestión es definir tu sentir por Emmanuel, situación que le expone a Delfina su hermano.

 

  La joven meditaba día tras día, si le da un corte final a la historia por un no, o por un sí.    

 Mediante unas letras deja una respuesta en suspenso. Esa misma carta que le envió no más de tres días atrás, en ella le declaraba su sentir y deseaba saber si él lo compartía.

 

   Pero debía ir más allá de una carta…tendría ella que romper el hielo.

 

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Las valijas

 

 Salvo algunos libros, Delfina deja todo en manos de su hermano, sin fecha cierta de regreso reúne sus prendas predilectas y vuela con rumbo incierto hacia un lugar donde hallar a Emmanuel. Ha  de pasar antes por el pueblo de sus abuelos.

    Emmanuel no contesta a sus cartas, él también quería viajar y lo hizo rumbo a ella, ya el destino se encargara de dar final a esta historia. Por el momento desencontrados, pero ambos con la convicción de saber del lugar donde comenzó todo, donde se conocieron, ahí en esa ciudad tan ajena para ambos y que tanto significa y significo, era el lugar ideal, entre el norte y el sur. Aunque las cartas no llegasen, ambos estaban con el empeño de volver a verse. ¿Se encontrarán? ¿Emmanuel  le habría pintado su rosa? …¿y la prometida luna?                                            

 

   Y asi viajo al pueblo de sus antepasados ya no acompañada por su hermano. Con el corazón solo abierto hacia el encuentro con su Emmanuel, sin importarle los años que pasaron y los por pasar. Lo que tenía claro era que quería una vida con él.

 

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La casa de antaño

            

 

     Delfina por segunda vez decide ir a Irún, sin dejar pasar por alto antes la visita a la casa de sus abuelos de los cuales solo viven ya en el recuerdo  de  familiares, vecinos y los moradores de la casa; además  dentro del  puro corazón, en la sangre y las raíces de la Joven, que los añora a pesar de haber compartido contadas horas con ellos. La panera y la casa estaban en el lugar de siempre, tan o más cuidados que la otra vez que los visitó y recordó  el dicho al que se refiere lo siguiente “dices, dices que tienes,  y yo no veo nada, tienes la casa caída y la panera derrumbada”;  aquí no sucedía y le llenó de regocijo, por otro lado observo como se fueron perdiendo costumbres típicas de esa cultura también suya. No se veían ya las riestras  de maíz en esa época del año, destinadas principalmente para las gallinas o para hacer fugaces de pan.  Estas últimas aves obligadas a morar en gallineros por orden de bromatología, ahora solo comen pienso cuando estos animales ingieren casi de todo, cuanto podría dárseles en provecho y no solo criarse a alimentos balanceados; ¡si la cosa sigue así hasta los humanos comeremos algo por el estilo! Hoy se pierde la costumbre de alimentar los regios puercos  para la matanza, se compran casi criados o por piezas en la carnicería. El pan llega al pueblo todos los días, nadie lo hace en las casas ni tiene que ir por él. En el rio no se hallan las truchas como antaño y al igual que muchas clases de insumos tienen que ir a la aldea en busca de ellos,  cuando en la época de los abuelos no sucedía, salvo el aceite, el azúcar, el café y algún cigarrillo…  y poco más, Si hay siembra de patatas o fabes solo es para consumo interno pues como con las vacas lecheras dan más gastos que rendimiento. Los jabalíes día tras día fosan sus tierras, los consabidos destrozos les caben a los agricultores, para que unos pocos “cromañones” luego, en época de caza y  con exclusivo permiso, van a por ellos y algunos pierden o abandonan sin mayor cuidado a sus perros, para coronar la fiesta. La casa está reformada en su interior, cuenta con jardines más extensos y varios señores canes que encuentran sin buscarlos, que son más bocas para alimentar. En el lugar de los abuelos hay tres niños, alguno habrá de viajar en el futuro a la ciudad, pero algún otro quizás  podrá  defender su tierra, la de todos,  y al igual que sus abuelos, no querrán un mundo solo de ciudades, centros comerciales y carreteras, no a un campo que paso a paso se nos va, con culturas que nadie las ha de recobrar. Es de pena. ¡Qué pena da!

 

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La casa de hornear

    En tiempos de los abuelos, en el campo, todas las casas contaban con un horno para hacer exclusivamente el pan, este se encontraba bajo techo en una pequeña caseta. La mayor de las mujeres de la familia amasaba harina de trigo y de maíz y esto debía de saciar la necesidad durante toda la semana, el resto de las mujeres acompañaban y aprendían ese arte. Por estos tiempos son pocas las casas donde se amasa el pan, hoy llega todos los días a los pueblos, en cuatro ruedas y a motor.

   Delfina en condición de nieta tampoco lo amasa, al igual que la panadera de su barrio, que todos los días le llega casi listo, en cuatro ruedas y a motor.

 

                                                         

                                                                                                                         eLY. 8 

Demoras

  La tan ansiada carta que Esperaba Emmanuel no llegaba, lo mismo le sucedía a Delfina. Asi que, hasta luego de muchos años retomaron la comunicación a distancia, sin concretar su amor y con la esperanza de reencontrase en Irún, muy al sur la una, al norte él, encontrarse en Francia o hasta en Marte o en la Luna...Ese amor sin falta perduraba en el tiempo, luego de un prolongado reencuentro en un mundo que cambió a pasos , más que a pasos a saltos, en el intento de no solo llegar a las estrellas, sino vivir en otros planetas, satélites; lo que fuera, en naves nodrizas o ciudades espaciales. Mientras en la tierra  solo se sobrevive en mundos submarinos donde soportar no derretirse, como seres sedentarios  producen sus alimentos, nada semejantes a los del siglo veinte en el mismo planeta, la Tierra.

 

    Así después de varios años y por cartas entrecruzadas, ambos enamorados se hallan furtivamente, pocos días, pues estalla la guerra que se veía venir. Con alambres se ataba toda la realidad desde las altas esferas, temiendo un terror generalizado. Ambos sobrevivieron los primeros años, casi sin verse, y aun luego, hasta alejarse por las vueltas que da el mundo. Llegaron a tener un hijo que no vieron, las autoridades se lo llevaron, pues estaba prohibido tener hijos de forma natural y ellos fueron separados a modo de castigo. Aun así se siguieron comunicando, hasta estas, estas últimas dos cartas que no se perdieron.

 

                                                                                                                        eLY. 9

la luna...

La Luna                                                                    año 2050

 

A mi amor:

                    Te escribo nuevamente, perdona mi insistencia cariño mío, sabes que no es solo que te quiera a mi lado o de mi lado, tú comprendes…hace tanto que no te veo, te extraño corazón.

                    Sigo esperando que me lleves al monte de los encantos, donde pájaros y grillos cantan. Cruzar juntos puentes,  colinas y montañas; una vez allí abrazarnos  como en un beso eterno; después de todo es juntos admirar las estrellas, tan cercanas a los corazones y algo distantes para alcanzarlas. ¿Será aun asi nuestra Tierra?

                    Amor mío sé que me comprendes, por ello es que te amo ¿En dónde estás mi único amor?, ¿en qué planeta vives? ¿Hace cuánto no me escribes? Cuanto sufrimos…

                    Quiero que sepas que lo que quiero es aire, estrellas, día o noche, libertad, lluvia y sol, campo… Mi amor contéstame pronto, mas no te apresures aunque larga sea la espera. No, no me regales flores, píntame una con cariño. Me lo has prometido.

                   Más no lo creas todo amor. Soy mujer y amarte quiero y que tú me ames. Quiero una luna contigo.

 Quien te ama: os extraña                                      

 

                                                                        Delfina.

  

                                                                                                                                 eLY. 10

Respuesta.

Última carta rescatada.

 

Marte                                                                               año 2050

 

Emmanuel, solo a ti:

                                     No he podido llegar hasta vos, estoy tan lejos, desde aquí, en Marte ya entrado el  año 2052. Contesto así,  esta última carta que me llegó y sé tuya.

                                   Doy respuesta y perdona la tardanza, mi amor, no puedo extenderme demasiado, aquí está prohibido escribir y no podemos elegir cuando partir; extraño estar a tu lado, el oír tu voz. Ver alguna vez a nuestro hijo, sé que no me lo mencionas para que no suframos, vivirá en la Tierra a donde lo habrán llevado, con qué familia o modo lo criaron. Sabrá de nosotros, que fue fruto de un amor que de imposible se hizo realidad, siendo él su concreción definitiva. ¡Qué poco tiempo compartimos! Y sin embargo lo vivimos tal una eternidad.

                                  Me gustaría contestes estas mis preguntas:

                                 -Existen todavía nuestro bosque favorito, el arroyo junto al cual compartimos bellos y felices momentos, se puede por las noches contemplar el firmamento estrellado. Como me gustaría abrazarte con un amor infinito.  Me conoces y te conozco. Tú ya sabes…y yo también.

                                 Espero me perdones, la flor prometida no pude pintarla.

 A pesar de todo deposito toda mi esperanza en que estas breves letras lleguen a ti desde Marte y tú ahí en la Luna, tan lejos de mí y tan cerca…quien ¡te ama.

       No lo dudes si por mí fuera compartiría contigo la Luna, ojalá pudiera dejar Marte.                                                         

                                                               QUIEN TE ESCRIBE, 

                                                                 Y NO TE OLVIDA.

                               TU CAZADOR DE LUCIERNAGAS, EMMANUEL.

                                                                           

 

                                                                                                                              eLY. 11

fin...